Un viaje al corazón del norte argentino, donde la historia, la cultura y la naturaleza se entrelazan en un escenario único. La Quebrada de Humahuaca, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es mucho más que un paisaje: es un recorrido por siglos de tradición, colores, música, artesanía y espiritualidad andina.

A lo largo del trayecto, los imponentes cerros multicolores revelan su belleza cambiante bajo la luz del sol, mientras que los pueblos que jalonan el camino ofrecen un auténtico contacto con las comunidades locales y sus costumbres ancestrales. Es una experiencia de encuentro cultural y de conexión con lo ancestral, donde cada parada cuenta una historia distinta.

El recorrido comienza en el encantador pueblo de Purmamarca, una joya enclavada al pie del célebre Cerro de los Siete Colores, cuya paleta natural de tonos ocres, rojizos, violetas y verdes deja sin aliento. Sus calles de tierra, sus casas de adobe y su feria artesanal forman una postal viva del norte jujeño.

Luego se continúa hacia la Posta de Hornillos, una antigua construcción colonial que formó parte del Camino Real y hoy es testimonio del pasado virreinal de la región. Desde allí, el camino sigue hacia el pueblo de Tilcara, uno de los más vibrantes de la quebrada, conocido por su fortaleza preincaica Pucará de Tilcara, su museo arqueológico y su intensa vida cultural.

Más adelante, el viaje atraviesa Huacalera, donde se cruza el Trópico de Capricornio, señalizado con un monolito que marca el paso por esta línea imaginaria. Desde ese punto se obtiene una vista magnífica del cerro conocido como La Pollera de la Colla, con sus característicos pliegues y tonalidades que asemejan un manto de colores.

La siguiente parada es Uquía, un pequeño poblado que resguarda una verdadera joya del arte colonial: su Iglesia de San Francisco de Paula, donde se conservan las célebres pinturas de los Ángeles Arcabuceros, una de las expresiones más notables de la Escuela Cuzqueña.

Finalmente se llega a Humahuaca, capital histórica de la quebrada, donde se puede visitar su imponente Catedral, el tradicional Monumento a la Independencia (El Indio), obra del escultor Ernesto Soto Avendaño, y recorrer sus calles empedradas llenas de vida y color. El almuerzo puede disfrutarse en alguna de las peñas o restaurantes locales, donde la música y la gastronomía regional completan la experiencia.

El regreso hacia Salta permite una última parada visual: la Paleta del Pintor, formación natural que enmarca el pueblo de Maimará con una combinación de colores que parece salida de un lienzo. La luz del atardecer realza aún más la belleza del paisaje, ofreciendo un cierre perfecto a una jornada inolvidable.

Una excursión donde el pasado y el presente conviven, donde los colores de la tierra se mezclan con los del alma. La Quebrada de Humahuaca no solo se contempla: se siente, se camina y se vive.